La mejor cosecha
Por: Jenny Henríquez
El mundo va en pos de una vida yoísta.
La humanidad se dirige por un camino que nos conduce a NOSOTROS MISMOS. En tal sentido, nos olvidamos de aquellos que pasan o permanecen a nuestro lado porque perseguimos nuestros propios beneficios. Beneficios tales como:
• Comodidad, idealizada en una zona confortable que nos haga sentir seguros.
• Éxito, donde la sombrilla es el estatus social y el reconocimiento de los hombres y la
• Prosperidad, siempre enfocada a la lista de posesiones materiales y económicas.
Sin embargo, a medida que conocemos el amor de Dios, crecemos y maduramos. Comenzamos a olvidarnos un poco de nuestro egoísmo y a pensar en cómo podemos ser mejores seres humanos para dar a los demás la mejor cosecha de nosotros mismos: Amor, empatía, paciencia, tolerancia, paz, armonía, bondad…
Es bien sabido que una cosecha “marca el final del crecimiento de una estación o el final del ciclo de un fruto en particular”. En nuestro caso, esas cosechas han sido producto de una siembra motivada por el Espíritu Santo, aquel que ya habita en nuestros corazones.
Cuando damos a los demás nuestra mejor cosecha le hablamos al mundo de Él, no de nosotros.
Te invito a que ofrezcas al mundo tu mejor cosecha según tengas la oportunidad.
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