Que no te enreden los hilos de las redes.


Por: Jenny A. Henríquez R.

Descubrirnos navegando infinitamente en las redes sociales es una actividad tan común que no causa asombro la cantidad de horas que invertimos en ello. Es posible que mientras lo haces pienses en ti como un ser común y ordinario. Tal vez cuando empiezas a deslizar historias de terceros te observes insatisfecho con la vida que vives y hasta contigo mismo. Y así como un remolino te ves arrastrado vertiginosamente a las profundidades de la envidia y la vergüenza. Una envidia originada en creer que estás fuera de ese círculo privilegiado y selecto que vive en la opulencia. Una vergüenza engendrada al mirar que tus mejores momentos son "insignificantes" porque carecen del glamour del de los demás; aún sabiendo que las redes sociales presentan una versión mejorada de la realidad. 

La frustración e inconformidad se deslizan en tu interior como se desliza el dedo por la pantalla del teléfono. Las redes sociales alimentan monstruos que pueden terminar devorándote si no te haces consciente. 

La próxima vez que te descubras maldiciendo la vida que te tocó por todo lo que crees que te falta (fotos en restaurantes caros, lugares exóticos, cruceros y aviones privados) detente y mira todo lo que Dios te ha dado y sé agradecido. 

Ayuna de las redes. Úsalas solo para informarte. 

Y si entiendes que aún así roba tu paz, ciérralas el tiempo necesario para desintoxicarte de  *ese* mundo que no es el mundo real.

Comentarios

  1. Gran verdad y así va la humanidad en pura competencia y la realidad es otra.

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  2. Muy cierto, estamos entreteniendo con cosas que no tienen sentido y perdiendo el tiempo en lo que no tiene valor.

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