El regalo perfecto
Paciencia y sensatez (Santiago 1 1-4)
De ninguna manera, especialmente durante la temporada navideña, quisiéramos que el dolor y las dificultades formen parte de nuestra historia.
Sinceramente, no hay ninguna época del año más conmovedora que la Navidad. No hay ningún plan o propósito que Cristo pueda presentarnos durante esta época del año para que voluntariamente nos suscribamos a los problemas, las pruebas o el dolor.
Sin embargo, cuanto más caminamos con Jesús, más nos damos cuenta de que no podemos elegir lo que nos gustaría o no incluir en nuestra historia de vida, pues esa actitud nos aleja de los propósitos que Dios quiere revelarnos. Si esto parece una "píldora" difícil de tomar en medio de las dificultades, Santiago nos instruye a saber en quién confiar en los momentos más difíciles. Al principio no es agradable leerlo, pero a medida que escudriñamos bajo la superficie de sus palabras, podemos aferrarnos mejor a la verdad, en lugar de huir de nuestra situación.
Santiago escribe: "Hermanos míos, considérense muy dichosos cuando tengan que enfrentarse con diversas pruebas, pues ya saben que la prueba de su fe produce constancia.Y la constancia debe llevar a feliz término la obra, para que sean perfectos e íntegros, sin que les falte nada".
¿Cómo podemos aplicar estas palabras cuando sufrimos un dolor y un malestar permanente?
La clave está en reconocer que Santiago no nos dice que "sintamos alegría", sino que consideremos cuidadosamente en qué aspectos podemos ver que la alegría brota en medio de nuestro dolor y malestar. El nivel de tu alegría se eleva y desciende al nivel de tu creencia, en que podemos confiar en Dios, aun cuando no comprendamos nuestras circunstancias.
Hoy elige la alegría.
Invita a Dios a ser Dios en tu esperanza y en tus heridas. No permitas que el enemigo te robe el gozo y rechaza la tentación de correr hacia lo externo para encontrar satisfacción temporal. No hay ningún problema en esta Navidad que sea más grande que tu Dios. Él se asegurará de que estés bajo su cuidado, nunca te dejará ni te abandonará. El secreto de la alegría es siempre una cuestión de enfoque, es decir, un enfoque firme en tu Padre celestial y no en tus miedos.
El Principio de la Saviduria es el temor a Dios.
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