Inteligencia Emocional Infantil. Educando para la vida.
Por: Jenny A. Henríquez
Como padres nos esforzamos en proporcionarles una formación académica premium a nuestros hijos. Desde que son pequeños nos enfocamos en desarrollar en ellos habilidades, tales como: idiomas, natación, tenis, piano, pintura y cuantas cosas entendamos compondrá un brillante curriculum en la adultez.
Sin embargo, dejamos de lado las habilidades de vida tanto en el ámbito familiar como en el educativo. Por ello, es necesario que escuelas públicas y colegios privados, de la mano con las familias, brinden herramientas para que los niños puedan vivenciar desde sus propias emociones situaciones que le permitan reconocerse a sí mismos y que lo guíen a su propia autonomía.
Si desde nuestras aulas se promocionan estrategias para el desarrollo de competencias básicas para el equilibrio personal y la potenciación de la autoestima tendremos niños capaces de modelar actitudes de respeto, tolerancia y prosocialidad.
La educación emocional en la primera infancia da la capacidad a los niños de tener un manejo saludable de sus emociones.
En consonancia a lo planteado, la OMS (Organización Mundial de la Salud) en 1993 propone el desarrollo de habilidades para la vida en ámbito escolar de cara a la prevención de factores de riesgo y la promoción de factores protectores (OMS, 1998). En la misma perspectiva, la UNESCO (United Nations Educational, Scientific and Cultural Organization) señala que la educación debe cumplir cuatro pilares, para hacer frente a los nuevos desafíos sociales: a) aprender a conocer, b) aprender a hacer, c) aprender a vivir juntos, y d) aprender a ser. (Delors, 1996)
A veces nos encontramos con situaciones donde vemos a un niño que se ha convertido en el orgullo de sus padres porque a temprana edad sabe colocar los planetas en orden, empero, ese mismo niño no sabe qué hacer con la tristeza que le produce que un amiguito lo rechace. Es por eso que prepararlos para la vida es tan necesario como formarlos académicamente. Desarrollarles a temprana edad la habilidad de la comprensión empática va a significar que tendremos niños que no serán indolentes al dolor ajeno.
Fomentar la tolerancia a la frustración y el control de la impulsividad nos indica que preparamos niños que entenderán que si las cosas no salen como ellos quieren, no irán a descargar su frustración con el uso de drogas o maltratando a sus pares.
Que nuestros niños y niñas tengan conciencia de cuál emoción están experimentando y cuáles son las consecuencias que conllevan cada una de ellas es de vital importancia. De igual manera, lo es que aprendan a moderar las emociones negativas, sin reprimirlas y a potenciar las positivas, sin exagerarlas.
Excelente!! 👏👏👏
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