Perturbaciones
psicológicas en hijos de padres divorciados.
Por:
Jenny Alexandra Henríquez R.
Lo más trágico del divorcio
es cuando separa a cónyuges de hijos. El niño no puede encontrar sufrimiento más
grave en el curso de su existencia que la separación de sus padres. Este sufrimiento
tiene múltiples aspectos y puede tener repercusiones psicológicas y morales, muy graves, en algunos casos.
Durante el divorcio el niño
es una especie de campo de batalla en el que chocan los odios que se tienen los
padres. El niño es mucho más sensible de lo que generalmente se cree a la atmósfera
en que vive, puede acostumbrarse en apariencia a estos conflictos, a estas
disputas y a las escenas matrimoniales de las que es testigo, así como a las
observaciones descorteses y a los comentarios amargos y decepcionantes que oye.
En tales condiciones es más desgraciado que un huérfano. Este sabe la causa de
la desilusión de su hogar, comprende mal lo que ha sucedido y conserva la impresión
de una catástrofe, de la que sufrirá a largo tiempo.
El niño necesita tener un
hogar y no una casa cualquiera. Para él lo que cuenta es papá y mamá. El uno
sin el otro, el uno enfrentando al otro, es el nido que se hunde, la seguridad
que se pierde, la aventura temeraria y amenazadora que llega a ser el régimen “normal”
de su existencia.
El niño soporta el ser separado
de uno de los padres y hasta de los dos cuando sabe que esta separación tendrá un
término; pero, tan pronto se da cuenta que será para siempre se apodera de él
una profunda angustia. Y a medida que crece busca la causa. Sabe que sus padres
no se entendían, porque fue testigo de sus querellas, pero quiere saber por
qué. Llega entonces a la dolorosa conclusión de que uno de los dos estaba
equivocado. Está mal situado para hacerse una opinión justa del drama que tuvo
lugar ante sus ojos.
En casa de su padre, si
se hace culpable de una mentira o un acto de hipocresía, se le dice sin contemplaciones:
“Eso no me extraña, eres igualito a tu madre”. En casa de la madre escucha la
misma observación dirigida a su padre si se muestra colérico o desobediente. Esta
dificultad no solo la encuentra con sus padres si no con las familias de ambos,
que los bombardean con preguntas relacionadas con la nueva pareja de su padre o
madre. Al principio el niño cae en la trampa dice lo que sabe o cree,
recibiendo reproches por no quedarse callado y contestar las preguntas.
El niño no se reconoce en
todo este lío. Su franqueza y su candor han sufrido un asalto, del cual muy difícilmente
se recuperarán.
Podrá considerarse “feliz’
si toma el partido de callarse y de aparentar indiferencia hacia ambas familias,
pero esta situación intolerable puede dar lugar a situaciones muy lamentables
por los motivos siguientes:
1.
No sabiendo de quien puede fiarse, se
vuelve insociable.
2.
Para no recibir reproches, cae en la hipocresía.
3.
Preocupado más de lo que se podía suponer, se vuelve distraído y soñador.
4.
Obligado a calcular sus respuestas y a
elegir sus palabras, se vuelve irritable.
5.
La inutilidad de los esfuerzos que hizo
para mantener cierta armonía, para evitar conflictos, le empujan a la
intolerancia y a la indiferencia.
6. Sus amarguras e insatisfacciones afectivas,
se acumulan, conmoviendo su sistema nervioso y exponiéndolo a neurosis y
psicosis, y si el terreno es favorable, a enfermedades más graves.
7.
Zarandeado entre ambos padres no puede
aprender la obediencia.
Esta lista podría alargarse,
pero con lo dicho bastará para reflexionar.
Concluir una relación no
debe significar un trauma para los niños. La salud emocional de los hijos debe estar
por encima de cualquier sentimiento hacia su consorte. Y han de recordar los
padres, que se separan de su pareja, no de sus hijos.
Ciertamente, si los padres asumieran la madures de saber que su separación conyugar no conlleva una separación de padre e hijo/a o de madre e hijo/a, cabe señalar que nunca hemos visto exhijos/as porque aún y gracias a Dios el divorcio entre estos no existe. Así que no te confundas, al finalizar una relación sentimental de padres adultos, los hijos/as no van en el contrato o acuerdo, son tuyos para siempre y hasta siempre.
ResponderEliminarGracias Belkis por siempre sacar tiempo para leer mis publicaciones y comentar.
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