Una generación de muchos privilegios y pocas responsabilidades.
Por: Jenny Henríquez
Desde hace ya mucho tiempo existe una taxonomía de las generaciones, determinadas por un marco temporal (año de nacimiento). En tal sentido, de acuerdo a dicho marco poseen rasgos característicos definidos por circunstancias históricas. Sin embargo, en esta reflexión, la generación que me ocupa es la de 1995 en adelante. La llamada generación z o generación de cristal. Una generación con fama de individualistas y egocéntricos. Preocupados por ellos mismos y con una presencia activa en las redes sociales. Con inclinación manifiesta hacia la inmediatez.
Aunque no es mi intención generalizar porque como en todo existen excepciones; algunos padres de esta generación están centrados en hacer la vida más cómoda a sus hijos, limitando el desarrollo de sus habilidades blandas e impidiendo ejercitar el músculo de la resiliencia.
Estamos presenciando conductas de una descendencia acostumbrada a tener siempre un sí como respuesta lo que tiene como resultado el mal manejo de la tolerancia a la frustración.
Muchas veces el ego inflado de esta juventud caprichosa les hace creer que se merecen todo. Por eso cuando algo les ha sido negado se desmoronan cual copo de nieve. Y más adelante es la vida misma que les enseña la mentira que conocieron como verdad: el mundo gira pero no entorno a ellos.
Vemos que, por encima de ser una generación con más facilidad para los estudios, con altas posibilidades de viajar por el mundo y conocer otras culturas, con acceso ilimitado a la tecnología; también son los más inclinados a la inseguridad para la toma de decisiones y hacia episodios de depresión. Y es que, de manera contradictoria, gozar de todos estos beneficios no los hace más agradecidos sino más demandantes e inconformes. Y no obstante a esto premiamos su falta de compromiso y obligaciones dándoles el último dispositivo electrónico (celular, computador, iPad) y las llave de su propio vehículo a quien todavía está aprendiendo a manejar su vida.
Los privilegios se ganan. Es hora de colocar responsabilidades sobre los hombros de nuestros hijos. De no ser así, usted está deformando un hijo y formando un cómodo holgazán.
Aunque todos queremos lo mejor para nuestros hijos, existen los límites. Y es importante que ellos entiendan que los privilegios se obtienen a través del esfuerzo, el trabajo, responsabilidad y compromiso, no solo porque se merecen.
Como padres estamos llamados a revisar el sistema de crianza. La sobreprotección y complacencia con los hijos, más que beneficiarlos, los perjudica. Fomenta los miedos, las inseguridades, la dependencia, la necesidad constante de aprobación y no ha de causar extrañeza que todo esto los invalide para ser los adultos sanos (mental y físicamente) que están llamados a SER.
Estamos a tiempo.
"Muchas veces el ego inflado de esta juventud caprichosa les hace creer que se merecen todo. Por eso cuando algo les ha sido negado se desmoronan cual copo de nieve." ¡Totalmente de acuerdo!
ResponderEliminarGracias por leer y dejar tu comentario. Me encantaría saber quién me lee.
Eliminar"Y no obstante a esto premiamos su falta de compromiso y obligaciones dándoles el último dispositivo electrónico (celular, computador, iPad) y las llave de su propio vehículo a quien todavía está aprendiendo a manejar su vida."
ResponderEliminarAún tomando en cuenta que no son todos los padres que hacen eso, los padres que si lo hacen con hijos que no hacen nada ni siquiera en casa están criando a personas que no van a aportar nada al mundo más que una carga innecesaria.
Me encantó!!
Gracias por leer y dejar tu opinión. Me encantaría saber quién me lee.
EliminarExcelente artículo, más claro no se podía hablar , reflexionemos sobre estas palabras.
ResponderEliminarExcelente tema para la familia. Sabemos que nadie tiene título universitario de cómo educar a los hijos, por tanto seguir, aprender temas cómo estos son de mucha ayuda
ResponderEliminarExcelente, gracias por compartir en estos momentos en que los padres estamos muy desorientados en relación a la educación de nuestros hijos. En hora buena. Bendiciones
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